Este fin de semana ha sido arduo.
Mi cerebro se esfuerza en aprender y
creo que lo voy logrando de a poquitos. He escuchado que los de mi quinta somos
como esponjas, que aprendemos sin apenas darnos cuenta, como quien no quiere la
cosa. También he escuchado que la gente grande no recuerda absolutamente nada
de sus tres primeros años de vida… Entonces, ¿De qué estamos hablando?
Para que lo sepan, tengo la
cabeza que echa humo.
Esta sociedad no me lo está
poniendo nada fácil.
Aparte de las milongas que
ruedan, giran y cantan canciones de animales de granja, me estoy dando cuenta
de que este mundo se nutre de otros elementos mucho más ingratos. Esta ha sido
la razón por la que he decidido que esta, mi sección, se llame Cuadernos
pequeño jefe, en homenaje a ese gran personaje que tuvo que sufrir a tanto
necio insensible e insensato.
Pero he de decir también que
siempre hay lugar para la esperanza y el despertar de las conciencias, así que “Cuadernos
pequeño jefe” también tendrá alegría y buen humor. Porque este mundo tiene
mucho que rascar, y también hay cosas que sin duda merecen la pena. Empezando
por las galletas dinosaurio.
Vamos a lo que vamos. Estos
últimos días han ocurridos tres hitos que me han tenido la cabeza un tanto
ocupada. La primera palabra rara y malsonante que he aprendido es “mordaza”. Al
principio no entendía muy bien de qué hablaban Páter y Lamama. No sé qué de la
aprobación, de que qué miedo, y pena, y rabia y cosas feas todas juntas. Yo
hacía que iba a lo mío pero mis pelillos se estaban poniendo como escarpias. A
mi ese nombre en un principio me sonaba a la tierra de Mordor, y realmente no
iba muy desencaminado. .. Sus objetivos también son oscuros, y además, pretende
retrotraernos a la Tierra Media. Bueno, a la Edad. Luego aprendí palabritas
colaterales: que si mayorías absolutas, que si manifestaciones, que si Congreso…
Ardo en mí.
Pues una pena, oye. Nacer uno
para esto.
La segunda palabra destacable adquirida
es mucho más apasionante. Y se sitúa en las antípodas de Mordor. Se trata de “primarias”. Al principio me confundí creyendo vanamente que se ampliaba la familia, pero
no, al parecer no son las nenas de tu tío. Al parecer se trata de un proceso
(esto también he tenido que aprenderlo y asimilarlo. Las cosas no son siempre “melón
la tajá en la mano”). Un proceso por el cual la gente vota a candidatos para
que estos le representen. Resulta que mis progenitores andaban en esto mientras
yo prendeaba con la tortuga esa repetitiva. Tiene poco que decir esta tortuga, anda reprimida... no sé si ya habrá sido captada por Mordor.
Interesante este mundo
aperturista que parece que también tiene su cabida.
El tercero de los hitos, me tiene
aún apesadumbrado. No levanto cabeza desde entonces. Se llama “guerra”. No creo
que este término pueda ser ya superado. Además, trae consigo un sinfín de
palabrerío importante: colateral, interés geopolítico, recursos… ElPrenda
colapsa en tres, dos, uno…
El vocablo en cuestión lo he aprendido por esta noticia. Andaba yo tratando de encontrar gente de mi quinta a lo
largo y ancho de este mundo, cuando una niña se me cruzó. Y ya no me la puedo
quitar de la cabeza.
Me dan ganas de viajar a su lado,
arrejuntarnos en un rincón e imaginar que vivimos en un sitio sin gente
grande. Un lugar poblado de objetos luminosos, redondos y que giran y giran y giran.
Bueno, y algún que otro animal de granja.
Ah, y rendirme con ella. Caer rendido por cansancio tras un día largo de juego ininterrumpido.