lunes, 30 de marzo de 2015

Cuadernos Pequeño Jefe I

Este fin de semana ha sido arduo. Mi cerebro se esfuerza en aprender  y creo que lo voy logrando de a poquitos. He escuchado que los de mi quinta somos como esponjas, que aprendemos sin apenas darnos cuenta, como quien no quiere la cosa. También he escuchado que la gente grande no recuerda absolutamente nada de sus tres primeros años de vida… Entonces, ¿De qué estamos hablando?

Para que lo sepan, tengo la cabeza que echa humo.

Esta sociedad no me lo está poniendo nada fácil.

Aparte de las milongas que ruedan, giran y cantan canciones de animales de granja, me estoy dando cuenta de que este mundo se nutre de otros elementos mucho más ingratos. Esta ha sido la razón por la que he decidido que esta, mi sección, se llame Cuadernos pequeño jefe, en homenaje a ese gran personaje que tuvo que sufrir a tanto necio insensible e insensato. 

Pero he de decir también que siempre hay lugar para la esperanza y el despertar de las conciencias, así que “Cuadernos pequeño jefe” también tendrá alegría y buen humor. Porque este mundo tiene mucho que rascar, y también hay cosas que sin duda merecen la pena. Empezando por las galletas dinosaurio.

Vamos a lo que vamos. Estos últimos días han ocurridos tres hitos que me han tenido la cabeza un tanto ocupada. La primera palabra rara y malsonante que he aprendido es “mordaza”. Al principio no entendía muy bien de qué hablaban Páter y Lamama. No sé qué de la aprobación, de que qué miedo, y pena, y rabia y cosas feas todas juntas. Yo hacía que iba a lo mío pero mis pelillos se estaban poniendo como escarpias. A mi ese nombre en un principio me sonaba a la tierra de Mordor, y realmente no iba muy desencaminado. .. Sus objetivos también son oscuros, y además, pretende retrotraernos a la Tierra Media. Bueno, a la Edad. Luego aprendí palabritas colaterales: que si mayorías absolutas, que si manifestaciones, que si Congreso… Ardo en mí.

Pues una pena, oye. Nacer uno para esto.

La segunda palabra destacable adquirida es mucho más apasionante. Y se sitúa en las antípodas de Mordor. Se trata de “primarias”. Al principio me confundí creyendo vanamente que se ampliaba la familia, pero no, al parecer no son las nenas de tu tío. Al parecer se trata de un proceso (esto también he tenido que aprenderlo y asimilarlo. Las cosas no son siempre “melón la tajá en la mano”). Un proceso por el cual la gente vota a candidatos para que estos le representen. Resulta que mis progenitores andaban en esto mientras yo prendeaba con la tortuga esa repetitiva. Tiene poco que decir esta tortuga, anda reprimida... no sé si ya habrá sido captada por Mordor.

Interesante este mundo aperturista que parece que también tiene su cabida.

El tercero de los hitos, me tiene aún apesadumbrado. No levanto cabeza desde entonces. Se llama “guerra”. No creo que este término pueda ser ya superado. Además, trae consigo un sinfín de palabrerío importante: colateral, interés geopolítico, recursos… ElPrenda colapsa en tres, dos, uno…

El vocablo en cuestión lo he aprendido por esta noticia. Andaba yo tratando de encontrar gente de mi quinta a lo largo y ancho de este mundo, cuando una niña se me cruzó. Y ya no me la puedo quitar de la cabeza.


Me dan ganas de viajar a su lado, arrejuntarnos en un rincón e imaginar que vivimos en un sitio sin gente grande. Un lugar poblado de objetos luminosos, redondos y que giran y giran y giran. 

Bueno, y  algún que otro animal de granja. 

Ah, y rendirme con ella. Caer rendido por cansancio tras un día largo de juego ininterrumpido.


viernes, 27 de marzo de 2015

El rincón de pensar

Pensé que terminaría mi primera semana de escuelina sin grandes incidentes, y que Lamama recibiría un listado de "peás" (progresa adecuadamente) como la copa de un pino; pero esa niña me la ha tenido que liar. 

A quien se le ocurre venir a la escuelina -nido de gérmenes y bacterias propias de mocosos bandarrillas- con semejante pelazo. Porque sí, eso es lo que tiene esa niña en la cabeza. Pe-la-zo, y si no te gusta que te lo toquen, chica, pues no te vengas a la escuelina como si fueses a recoger el Goya a la Mejor Actriz Revelación.

Total que todo iba bien hasta hace un rato; yo, si acaso, miraba ese fenómeno de la naturaleza de soslayo pero seguía a lo mío. Pero quiso el destino caprichoso que para hacer no sé qué actividad de la que no me he empanado, me pusieran a la Panten Pruve al lado. Ha sido demasiado, y he comprobado cuál fuertes son los instintos a mi edad. 

Tengo la fuerza de voluntad de un mosquito


Lo que ha acontecido, pues ya se imaginan. Que si la nena llora, que si las profas se lamentan, que si mi mano tiene un manojo de pelambrera (pues no era tan fuerte ese pelazo, niña...), que si se suspende la actividad esa rara en la que por lo visto hablaban de emociones. Que si eso no se hace, que si tal. 

Total, que aquí Elprenda al Rincón de pensar. 

Y vaya si he pensado... Después de la correspondiente pataleta, vaya, que tampoco me voy a dejar ningunear a las primeras de cambio. 

He meditado que qué es eso de hacer cavilar a nadie en su primera primavera. A quien aún sigue tirando los objetos una y otra vez porque, aparte de saborear el enloquecimiento de Lamama, su memoria no da para mucho más y olvida sin ningún esfuerzo que ya lo había tirado antes. ¿Estoy genéticamente preparado para recapacitar a mi edad?

En esas andaba cuando empecé a escuchar a lo lejos no se qué patrañas del causa-efecto...

Sin embargo, he de reconocer que el Rincón de caca este donde me han colocado también me ha traído algunas alegrías. He recordado esta bitácora y me he relamido pensando que mis lectores se pondrían de mi lado ante tamaña injusticia. Y también he pensado que me merezco una sección. 

Ahora toca contárselo a Lamama, a ver si está de acuerdo en darme un espacio propio. Seguro que ahora, tras leer este post está blandita y no sólo me da una sección, sino el abrazodeoso más gigante del mundo. Seguramente que no era a esto a lo que se referían las profas castigadoras con lo de causa y efecto, pero este es el resultado al que yo sí quiero referirme. 

jueves, 26 de marzo de 2015

Filias y fobias

La maternidad es como una piñata (Ostras... las piñatas....)
Vas a ciegas pero rauda como una moto; y ufana y próspera por esta bendición equiparable a cuando a uno le hacía feliz cumplir años (Ostras... la juventud...). A oscuras, entusiasmada con abrir lo que sea que te traiga, y sobre tu cabeza caen liberadas, como cayeron en tus tiempos mozos, miles de bolsas de dulces y guirnaldas. Pero ahora no se comen, ahora no se intercambian. Ahora son tus filias y tus fobias.

Filias y fobias caídas del cielo a través de una puerta con una inscripción única: El Prenda S.A.

Y es que la memoria tiene estas cosas. Tan pronto escribo un post para decir que la estoy perdiendo (Ostras...la memoria...) Como escribo otro en el que hablo de cómo con la maternidad explotan ante ti tus filias y tus fobias. Que no son otra cosa que recuerdos.

Así que remarco: el embarazo y la crianza disparan a discreción tus recuerdos cercanos. Sin embargo, a los recuerdos lejanos les da vidas. Como en los juegos de los recreativos.

De repente sé cantar coplillas que hasta ahora no sabía que me supiese, pero que claro está un día me supe. Me aparecen nítidos los platos de plástico en los que un día comí, al observar los actuales de Elprenda. Me he vestido con telas que algún día cubrieron mi cuerpecillo enclenque y he observado habitaciones ochenteras a una altura máxima de cinco palmos. Pero lo que más me ha hecho viajar han sido los olores, que arrogantes y fanfarrones me han hecho creer que en vez de abrir el bote de un champú abría el bote de mis filias y fobias.

Yo he debido de tener algún episodio con el gel Nenuco que no termino de concretar... Su vuelta al hogar, su explosión burbujeante en la bañera, su roce con la piel de Elprenda, me pone un poco el vello de gallina. ¿Acaso estuve a punto de ahogarme en una bañera de Nenuco allá en mis primeros años? ¿Qué clase de historieta pasada aconteció para que con su sólo aroma algo me inquiete?

He decidido hacerme la sueca en este sentido en lo que a Elprenda se refiere, no vaya a ser que proyecte mis miedos y temores y fastidie uno de sus mejores momentos del día: el baño. Así que prefiero ocuparme de esas pequeñas gratas evocaciones que aparecen a medida que el nene crece, y que no son pocas. Y no inquietarme por tonterías que al final traen consigo una sobreprotección innecesaria. Como cuando le dejo la luz porque yo tenía miedo a los lobos y fantasmas de mi cuarto... Ya decidirá él si tiene o no miedo a nada. Por lo pronto, lo único que le asusta es no poder hacer el prenda... (¡¡Ostras!!)


miércoles, 25 de marzo de 2015

Divina justicia

A mi madre -Abuelagallina- le gusta contarme lo mucho que se rieron sus titas antaño cuando una de sus primas, al cuidado de estas, se rebeló:

-Tita 1: ¡Vamos a poner este vestido a la nena!
-Tita 2: Ese, ese, sí
-Prima: Nooo!! Quiero ete. Ete.
-Titas: Pero no hija, ese es horrible, no...
-Prima: Mamá guta, mí guta!!

Es el principio de la justicia materno-filial resumido en cinco líneas.

La seguramente abnegada madre, teniendo que tragar carros y carretas de pucheros, pataletas, noes, cacas y noches en vela ve su esfuerzo recompensado en forma de respeto y devoción.

Sí, mamá, lo que tú digas, mamá, qué mierda sabrán las titas estas de moda y estilo.

Imagino la misma situación sin las titas de por medio, y siendo la devota madre la que de buenas formas quisiese vestir a la nena:

-Ja, mamá. Ponte tú tu caca de vestido.

Supongo que la divina justicia materno-filial sigue a rajatable el refrán de "en casa del herrero cucharita de palo", pero luego... de puertas afuera, que no me toquen la estirpe... Que mamá sólo hay una, y hortera lo será tu padre.



martes, 24 de marzo de 2015

Abuelos. Un primer acercamiento.

Siempre que Lamama me ha dicho "hoy vamos con la abuela al parque", he acabado en el Retiro persiguiendo a palomas, viendo el vaivén irrefenable de las hojas al viento (¡me conmueve!), y unas puestas de sol tan geniales que hacen pensar a uno que sólo por verlas esta vida ya vale la pena. Acabo normalmente en los columpios, unos aparatos que presiento sabrán darme grandes alegrías en un futuro. De momento, uno hace lo que puede, y necesita de Abuelagallina para probar el tobogán y los curiosos animales de madera que los niños grandes consiguen hacer galopar. Cómo disfruto con Abuelagallina. Me quiere tanto que es imposible no pasarlo pipa con ella. 

Cuando Lamama me dijo "hoy vamos con el abuelo al fonso", pasé una tarde de lo más expectante, imaginando colores imposibles y poderosos juguetes. Imaginé un Fonso una y otra vez. Con lagunas inmensas y naves interestelares aparcadas a lo lejos, dando al Fonso un horizonte de lo más apetecible y genial. Pasé varias horas en casa del abuelo, hasta que mis sospechas se materializaron. Esa tarde no visitaríamos el fonso. 

Ya en el coche, no pude refrenarla y la pataleta salió, explosionando en el ambiente, llenándolo todo de frustación y pena. Lamama alucinó al enterarse del motivo, y muy calmada me explicó que los fonsos no existen y que el plan de la tarde siempre había sido visitar al abuelo. Y punto. 

Al abuelo ALfonso. Todo junto, sin posibilidad de separación. 

Creo que esta ha sido la mayor de mis frutaciones en lo que va de vida. No te ofendas, abuelo, no es nada personal. Pero la imaginación de un chaval de mi quinta puede desbordar incluso las estadísticas más osadas. También me gusta estar en tu casa sin más, y pasar el rato a gusto contigo y los tíos. Y empezar a aprender las alineaciones. ¡Incluso las del Levante!, o ¡las del Manchester!. Lo que tú me pidas...

"El abuelo se llama Alfonso, Al-fon-so", repetía Lamama... es igual que la abuela Alicia, su nombre también empieza por Al, lo que pasa es que en el caso de la abuela forman sílabas distintas, A-li-cia.". Esa fue la explicación. Y punto. Y ni rastro de naves interestelares ni baobabs imposibles. 

También tengo otros dos abuelos. La abuelanonstop, y el abuelo Gafas. Ellos me sacan a pasear por el barrio donde se crió Páter. En muchas ocasiones revivo alguna de las historias de mi progenitor cuando era jovencito... El lugar donde vio un primer chute, el banco de los macarras del barrio. Por lo visto, fue el típico niño de los ochenta de barrio obrero. Y a mi me encanta que me cuenten esas historias que llevan a partes iguales adrenalina y nostalgia. 

Abuelanonstop tiene unas pilas e-nor-mes (después de la explicación que me dio Lamama sobre los nombres ahora me gusta remarcar las sílabas para dar potencia y fuerza al asunto). Así que no se cansa nunca de hablarme, tocarme y mirarme. Y me cuida. El abuelo Gafas cumple los requisitos del típico abuelo de cuento. Siempre está ahí, nunca me dice "no", me coge sin que ni siquiera tenga que pedirlo. Me cuenta historias de la luna. Y además, tiene un nombre de lo más fácil. Se llama "Gafas", como una de las palabras que antes he aprendido a fuerza de "noes" cuando quiero tirar al suelo las de Lamama. Es fácil acordarse del nombre del abuelo porque, efectivamente, él también lleva gafas. Así que imagino que lo que he aprendido es su apodo. 

Y estos son mis abuelos. Yo tenía entendido que Lamama quería hacer un post sobre abuelos, pero menos personal, más en plan "Abuelos: funciones y necesidades", o "Abuelos: permisividad y límites". Así que esas chorradas las dejo para ella, y yo me dedico a lo que me toca, que es explicar de primera mano cómo son los míos, y qué es lo que hacen. 

¡Ayyy, caca! También la he cagado con el otro abuelo. Resulta que Lamama me acaba de dar otra explicación de esas suyas para sacarme del error. 

Mi abuelo se llama Rafa. Y punto. 

¡Ay!

He estado tentado de borrar esa parte del Gafas, por temor al qué dirán: "Pues ya está este otra vez metiendo la pata". Pero, chicos, luego he pensado que no, que bastante tengo yo ya con saber hacer entradas a mi edad. Así que haciendo alarde del objetivo buscado con el blog, relativizo. Además, llevo más de tres días con esta entrada... ¡como para ponerme ahora a editar! 

A modo de conclusión diré: Viva mi Abuelofurgol, Gallina, Nonstop y viva Rafa, el gafas. Y punto.


lunes, 23 de marzo de 2015

Desmemoriada

Si echo algo de menos, a qué negarlo, es mi memoria. De jovencita era prodigiosa. Capaz de recordar detalles nimios, triviales... Se quedaban grabados pormenores de forma fácil, sin apenas esfuerzo. Esto me hacía vivir situaciones curiosas, en las que yo recordaba aspectos de la historia de otra persona (generalmente siempre me ha pasado con mi amiga Laprofe, por cercanía y vivencias compartidas). Ella iniciaba una historia y yo sabía lo que iba a decir. Ahí se mezclaba mi obsesión con adelantarme a los acontecimientos, y mi memoria, que recordaba antes de tiempo. 

Con el tiempo, a qué negarlo también, esa memoria se vio menguada y mi retentiva se vio sacudida por la infalible-inefable-inigualable memoria de Laponferradina (tengo que comentarle que a partir de ahora llamaré "i "a su memoria). De hecho, está bien cogida esta letra, como los iPhones, las iPads... Estaría bien que apareciera una iMemory, que estuviese ahí, al quite, para recordarte hasta el último detalle de aquello que necesitas. Yo tengo mi iMemory personal representada en la figura de Laponferradina. Lo malo es que últimamente compartimos pocas vivencias, así que mi dispositivo no sirve. 

Luego llegó el embarazo y aquella memoria, ya menguada, pero en la línea del común de los mortales, empezó a apagarse. Olvidaba cosas tontas, simples. Y me preguntaba si había hecho algo o no en el anterior minuto... En la ducha: ¿Me he enjabonado ya el pelo?; en la cocina ¿He comprobado ya si queda azúcar?; en general ¿Qué es lo que acaban de decirme?  ¿A qué hora había quedado? Mierda ¿Cómo me ha dicho que se llamaba? tampoco voy a pedir que se presente tres veces... ¡¡DIOS...¿¿¿HE VIVIDO YA ESTO???!!

Pasaron los nueve meses, llegó la ruptura de bolsa, el expulsivo, Elprenda empezó a ponerse lozano, y mi memoria siguió ausente. Vamos, que no voy por ahí víctima del alzheimer prematuro, que no quiero exagerarlo, pero esa memoria mía, que un día vivió días gloriosos, se ha quedado definitivamente en la tercera fase. Y mira que con el bombo siempre me decían "No te preocupes, mujer, que es normal, que luego se recupera", "es momentáneo, nos pasa a todas". ¡Ja!

Yo sigo teniendo fe en su regreso. Dicen que es lo último que se pierde (la fe)... De momento esto sí se está cumpliendo -al menos comparando con la capacidad de retentiva- Y la sigo teniendo no por convencimiento, ni por dogmática, sino por puro egoísmo: Si dejo que también se vaya la fe, estoy lista. 

El otro día participé en un taller de "Nuevas entrevistas"... Se trataba de una lista de consejos, tips y situaciones ficticias sobre cómo enfrentarse a las nuevas formas de selección de personal, en la búsqueda de empleo. La ponente nos puso varios ejemplos de las nuevas formas de entrevistas, y pruebas. Una de ellas era una selección de muchos dibujitos que, al parecer, había que mirar durante un tiempo limitado para recordar los máximos posibles. Horror!!! Estoy frita, pensé!! No me queda otra que buscarme otras artimañas. 

Y en esas estoy, buscando artimañas. De momento, estoy siguiendo la posible falacia llamada "todavíasiguesdandoteta"; y así estoy, creyendo en ella a pies juntillas. Y me digo a mi misma lo que me decían durante el embarazo: "Tranqui, que estoy vuelve"; "Nada, mujer, si es momentáneo". Así que así estoy, diciéndole al nene que se aproveche, que en cuanto tenga una entrevista se acabó la teta, no vaya a ser que me pongan la tabla de los dibujos y entonces la fe se lo piense dos veces... 


viernes, 20 de marzo de 2015

¿Liberados?

Hoy ha sido el día. El despertador sonó a las siete y media, puntual. Elprenda de mi niño recibió esta novedad risueño, expectante. Y saltamos todos de la cama, tras un poco de snoozer, como debe de ser. 

Desayuno: bien. 
Humor: correcto. 
Velocidad: ajustada.
Mochila: preparada.
Estamos. 

El primer día de guardería de un infante es un reto mayor para el progenitor que para el hijo. Llevaba estos últimos días pensando lo liberada que habría de sentirme a partir de este momento, y sin embargo, ayer aún estuve a punto de recular. 

Pero ha sucedido, y está sucediendo a la par que escribo esta entrada. Mi retoño ha sido retenido en la única escuela infantil de este pueblo marítimo que nos acoge. Las mismas paredes que guardan y miman a todos los locos bajitos del lugar en edad de merecer cuidados propios de un kindergarten. 

Ya habíamos visitado antes esta escuelina (Uoohh... Elprenda ¡va a aprender catalán!) A tiempo de informarnos que el pequeño inscrito debía tener el año de edad cumplido; no sé muy bien si por temas de permisos o qué historias. Así que fuimos pacientes y aguardamos la ansiada fecha antes de anunciar las buenas nuevas al afectado. "Estas inscrito, prenda mía", ya es oficial. 

Los nervios han crecido esta mañana, a tiempo de comprobar que mi pequeño es el más bajito y el único que aún necesita de sus cuatro extremidades para conseguir estabilidad. El más pequeño, sí, ese es él con su primera primavera recién recibida. Parece ser que la mayoría de los infantes eran del segundo año, y de momento sólo habían llegado dos que compartirán aula con él. En breve comprobaré como de diestros y altos son sus compañeros oficiales. 

Sin embargo, he de decir que lejos de lo que pudiera parecer, lo he llevado mejor que el padresinpreocupacionesencantadodevivirenestastierrasesmuyfácilyaverás.

Páter se ha dedicado a rellenar la ficha del vástago mientras yo he quedado encargada de acompañarle en sus primeras presentaciones (Isaac -el alto-, Mirta -la alta-, Erick (el alto 2)...) Así que ha quedado más preocupado por el caos de la primera impresión que una servidora, que a pesar de dejar a su bebé a merced de un grupo de nenes maduros y experimentados, ha podido comprobar los exquisitos modales escondidos tras semejante vorágine. 

Ya en el coche, sólo podía escuchar "Ay, mi chiquitito", "Ayyy". Pero con las mismas he metido la marcha hasta un café, reemprendiendo así la vida que un día tuve en la que podía mirar hacia una misma dirección más de un minuto. 

Pero ya estoy inquieta, he de pagar y rescatar a mi heredero. Ya se sabe, el primer día no hay que engorilarse, no vaya a ser que me saque su raya escrutadora a relucir... 


jueves, 19 de marzo de 2015

Comenzamos

Lamama andaba un poco nerviosa con su nuevo proyecto y yo barruntaba que algo se andaba cociendo. Estaba así, como pensando, con esa cara que pone ella girando los ojos de derecha a izquierda. Dice Lamama que si se ponen los ojos mirando al infinito y desviados a la derecha, se crea. Si los ojos se desplazan a la izquierda, se recuerda.

No le ha quedado otra que contarme porque yo, de las pocas cosas que he aprendido en estos días en la Tierra es a poner cara inquisidora. Nací con el ceño fruncido; podía estar de lo más relajado en esa cesta de mimbre que me endosaron, que la raya horizontal lucía enérgica, profunda e insolente, dándome un semblante de pequeño gran hombre. Bien mirado fue uno de los mejores regalos que me brindó la madre naturaleza porque me ayudó a ganarme el respeto a las primeras de cambio. Con los meses la señal se fue apagando y mi cara se ha dulcificado (o eso dicen) pero, homenajeando aquéllos días de primeros descubrimientos, a veces la saco a relucir. Por un lado me sirve para recordar cómo era mi faz en mis tiempos mozos; por otro me viene muy bien, por ese barniz escrutador que recoge mi rostro y que pone nerviosa a Lamama, que es incapaz de negarme lo evidente: Vale, está bien. Te lo cuento.

Hay muchos blogs de maternidad, sí. Infinitos. Pero ella en este tiempo que lleva conmigo no se ha cansado de preguntar en internet y examinar opiniones de otras blogueras y foreras que estremecidas, ilusionadas, despistadas, taciturnas y dormidas compartían sus opiniones,  encuentros y desencuentros en este apasionante mundo de la maternidad. Cualquier conclusión parecía incompleta por lo que entraba en estado de flujo al navegar vivaz de una página a otra. “Igual ha llegado el momento de compartir mis propias andanzas”, me ha espetado.

¡Pero cómo podría ni siquiera pensar en callarse este bombazo! Si lo quiera o no, ¡Soy yo el protagonista! Lamama cree que no, que la protagonista es ella… sus neuras, sus contradicciones, sus humores… (blablabla) Yo insisto en que ella más bien tendrá un personaje antagónico.
Como no nos poníamos de acuerdo, pero al fin y al cabo, esta bitácora sucede de una u otra forma gracias a mí, hemos acordado que yo me encargarse de esta primera entrada. No quiero mentiros, ando un poco intranquilo desde que he conocido que mis vivencias se harán públicas. Llevo pocos días por estos mundos pero no se necesita un máster para conocer que a la gente le encanta darle al pico. Sin embargo, me servirá para conseguir mi primer objetivo vital: relativizar. A Lamama le va encantar esto cuando lo lea, porque creo que también es una de sus metas.

Sobre el título del blog… pues sí, efectivamente no me he andado con chiquitas porque  si hay que relativizar… ¡pues hagámoslo con gracia! Al principio me ha costado contarle a Lamama cómo creía que debería llamarse esta bitácora, he empezado haciendo un circunloquio… que si ¿Te acuerdas cómo te pusiste cuándo la abuela me espetó mi primer trozo de pan duro? Que si cómo reaccionaste cuando te subió la leche… Parecía que estaba asintiendo así que no me lo he pensado dos veces y  he sido directo: “Mira, que como andas un poco del ala, pues que seamos claros”, le he dicho. Así que cuando he sacado a relucir la palabra frenopático, no le ha quedado otra que sorber, suspirar y esbozar una sonrisa. Entonces nos hemos mirado con esos ojos profundos que sólo nosotros sabemos ponernos y hemos dejado escapar la lagrimita.

Comenzamos.