lunes, 4 de mayo de 2015

Cuadernos Pequeño Jefe II

Últimamente pienso en los detalles. Me dejó cavilando eso del cambio y el recambio.  “¿Cambiamos el pañal?” me espeta Lamama.  Quitarme el pañal y enchufarme otro, ya sin caca, sí, pero de igual corte y confección y que será reemplazado por otro exacto en cuanto tenga yo a bien volver a hacer de vientre, no es un cambio. Es un recambio en toda regla. Y todo se extrapola, también para este enorme pañal llamado mundo. Nos mean, señores… nos desbordan de mierda, nos enchufan un pañal nuevo y a correr.  

Los recambios de pañal son un momento interesante para mis pequeños soliloquios. Hace unos días he descubierto que tengo cola, o al menos he empezado a hacerla caso. Cuando ya anda bien limpita, hago una de romanos: me agarro las pelotas con la mano derecha, juro decir la verdad, y testifico. Empiezo a largar a Lamama o al Páter todo lo que me está pasando, cómo veo esto y lo otro, y lo de más allá. Declaro y explico mis pequeños aconteceres en lo físico y lo moral. Ah, por cierto, Lamama ha jurado, sin agarrarse nada, que tratará de hablar con propiedad y sólo se referirá a cambios de paquete cuando me vista con el paño azul playero, adornado de peces de colores. En lo habitual, hablaremos de recambio. Evitaremos así las falsas expectativas y no desbordaré de alegría pensando en baños en la playa a no ser que efectivamente toquen.

He escuchado ya más de una vez… ¿Y qué será éste cuando crezca? Pues éste no lo tenía muy claro hasta hace poco, pero este mundo absurdo y sus pequeños héroes le están dando ideas. Quiero ser anarquista. Sólo pensar en esa doble vida de la que hablaba Lucio Urtubia me pone a cien. ¡Qué viva la libertad absoluta del hombre y del ciudadano! No quiero hacer, ni mucho menos, apología del descontrol pero ¿Acaso ahora con control hay libertades? Esto me lleva de nuevo a hablar de los detalles… palabras parecidas pero radicalmente opuestas:

Libertad no es libertinaje. Que no señores, que no es lo mismo. Que usted no tiene derecho a gastar el dinero del prójimo en vicio, impudicia e indecencia. Que no. 

Ni que hablar del posible parecido entre liberal y libertario. ¡Ja! El lenguaje es lo que tiene.

Lamama y Páter también serían anarquistas, ya saben.

Uff, otra vez se me ponen los pelos –los cuatro que tengo- como escarpias. Así paso yo los días, de susto en susto, de exabrupto en exabrupto. ¿Comprenden ustedes por qué me quiero hacer anarquista? Lucio dice que el anarquismo hoy en día tiene más sentido que nunca. Pues a ver si nos vamos enterando. A ver si las generaciones venideras no estamos tan confundidas y vamos hablando con propiedad. Yo, ya les digo que estoy en ello, dale que te dale estudiando el palabrerío ahora que soy una esponja (como Bob) –y que su esfuerzo me cuesta, ya les dije-

En fin, que el estudio del lenguaje me está haciendo los días mucho más llevaderos. De una cosa salto a otra y vuelta a empezar. La semántica me tiene fascinado, y hace que me pregunte por qué existen palabras totalmente distintas en su morfología pero aun así la gente las confunde. Expropiar no es robar. Claro ejemplo.

Si quiero ser anarquista tengo que buscarme un sobrenombre. No porque los grandes anarcosindicalistas lo hayan tenido, pues ellos eran conocidos por sus apellidos. Pero me apetece. En realidad, el que me gusta es Malatesta. Me rechifla porque no deja muy claro si uno es anarca o un pirata, profesión que todo hay que decirlo, también me he planteado. Como ya está pillado, seguiré pensando…

Si es que me dejan ¿Han oído hablar del pensamiento único?


No hay comentarios:

Publicar un comentario