Últimamente me estoy soltando. Tiré amarras, liberé lastre y
navego por aguas idiomáticas. Estoy ahí, ojo avizor a ver qué pesco.
Normalmente pequeñas sardinillas en forma de pes, uves y alguna que otra erre,
que al topar de pleno con mi paladar se convierte en ele por mucho empeño que
yo le eche.
A veces pienso que Lamama o algún que otro avispado arde en
deseos de enjaularme y darme alpiste porque estoy hecho un loro de armas tomar.
Vocablo que veo digno de mi persona ahí repito y lepito y lepito y lepito y
zzzzz. No puedo evitarlo.
Uno de mis términos fetiches es culo. No sé, un día lo dije
y causé gracia y ahora no puedo desasirme de él. Si otros cuentan ovejas para
dormirse, yo irremediablemente cuento culos. Lamama anda ya un poco
desquiciada, así que trato de transmitirle que no es befa ni pura jarana, que en realidad sale de
mí sin yo apenas darme cuenta. Creo que no me cree.
De todas formas, he de decir que el lenguaje es complicado
para el que así lo quiera. He comprobado que con una sola letra combinada a
virtud con las cinco vocales y algún que otro apoyo, uno puede echarse a correr
y llegar a meta victorioso habiendo dicho lo justo, necesario y meritorio. Así,
sin mucho miramiento, puedes hacerte entender a las mil maravillas sin rozar
siquiera el desaliento.
Esa letra es la “p”.
El resto de consonantes son sustentáculos, las pobres.
El lenguaje, estoy seguro, se inventó en torno a esta letra,
y las demás vinieron para alegrarle un poco la fiesta, para no lidiar en
soledad en un mundillo de locos juglares, milongueros y poetas lisonjeros. He
dicho.
- ¿Qué quieres comer?
- Pavo. -Afirmo. Rotundo-
- No, pavo no, mejor ternera en salsa
- Pues...
Listo, conversación zanjada gracias a la p.
Ojo, no quiero decir que se deje uno ningunear a la mínima,
que va… luego basta con no abrir el pico en la hora del almuerzo y a correr.
Sin embargo, en este caso sí lo abrí, la ternera en salsa me gusta mucho. Las
perneras me dan un poco más igual, sin embargo las mías siempre acaban también
en salsa.
Las necesidades básicas las cubren a la perfección las pes.
Las viandas, claro está, han de ser también expulsadas. Pues bien, la “P” llega
rauda y veloz a la ayuda del cagado para solucionar el problema, y hacer saber
a El Páter, Lamama o quienquiera que ande cercano y pueda limpiarme el culo,
que es hora de recambio.
- Pipí
- ¿Te has hecho pis? ¿Cambiamos el pañal?
- Pues...
Hecho, conversación zanjada con la p. Y uno limpio y seco.
Que las aguas han sido mayores:
- Pastel
- ¿Sí? ¿Quieres un dulce?
- Plasta
- Ah, que te has cagado.
Y solucionado, uno fresco y limpio todo primoroso y con una
galleta reluciente en cada mano.
La p ayuda también como elemento de defensa. Digo Para, y
tras varios rifirrafes –también es cierto- acaban dejándome tranquilo. Digo
Paso, y consigo zafarme de esa absurda actividad que parecía querían imponerme.
Digo Pesado, Pelma o Pringado y el tipo que me estaba tratando como a un
monillo de feria queda desarmado y huye cabizbajo. Ah, ¡adoro esa letra!
Volviendo al ocio, sé que uno crece y los gustos cambian, al
patinete y la pelota les seguirán los puzles, y después las pelis y las pizzas,
así en combo. También con P se dicen otros interesantes “vicios”. No quiero decir
con esto que uno vaya a caer, no… Pero ha de saber Lamama que estaré
perfectamente capacitado para nombrarlos y decir No… Aunque yo soy más de decir
Pues o Puede, ya saben….
Pero esto de aquí es para los días flojos. Por lo general
prefiero esforzarme y aprender otros vocablos aunque no tengan lindas pes de
por medio. Así puedo decir “culo” sin que la p se sienta traicionada. Y si la
veo pocha, languideciendo allá a lo lejos, avocada al ostracismo, grito alto y
fuerte: Pedo, culo, Pis… Y los dos nos reímos a pierna suelta (la p y el menda)
aunque Lamama se tire de los pelos.
gracias mery. venía del curro con ansias homicidas y tus palabras me han hecho sonreír. millones de besos familia!
ResponderEliminarGracias... Tú sí que quitas las penas! Beso gigante
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