Lamama andaba un poco nerviosa con su nuevo proyecto y yo
barruntaba que algo se andaba cociendo. Estaba así, como pensando, con esa cara
que pone ella girando los ojos de derecha a izquierda. Dice Lamama que si se
ponen los ojos mirando al infinito y desviados a la derecha, se crea. Si los
ojos se desplazan a la izquierda, se recuerda.
No le ha quedado otra que contarme porque yo, de las pocas
cosas que he aprendido en estos días en la Tierra es a poner cara inquisidora.
Nací con el ceño fruncido; podía estar de lo más relajado en esa cesta de
mimbre que me endosaron, que la raya horizontal lucía enérgica, profunda e
insolente, dándome un semblante de pequeño gran hombre. Bien mirado fue uno de
los mejores regalos que me brindó la madre naturaleza porque me ayudó a ganarme
el respeto a las primeras de cambio. Con los meses la señal se fue apagando y mi
cara se ha dulcificado (o eso dicen) pero, homenajeando aquéllos días de
primeros descubrimientos, a veces la saco a relucir. Por un lado me sirve para
recordar cómo era mi faz en mis tiempos mozos; por otro me viene muy bien, por
ese barniz escrutador que recoge mi rostro y que pone nerviosa a Lamama, que es
incapaz de negarme lo evidente: Vale, está bien. Te lo cuento.
Hay muchos blogs de maternidad, sí. Infinitos. Pero ella en
este tiempo que lleva conmigo no se ha cansado de preguntar en internet y
examinar opiniones de otras blogueras y foreras que estremecidas, ilusionadas, despistadas,
taciturnas y dormidas compartían sus opiniones,
encuentros y desencuentros en este apasionante mundo de la maternidad. Cualquier
conclusión parecía incompleta por lo que entraba en estado de flujo al navegar
vivaz de una página a otra. “Igual ha llegado el momento de compartir mis
propias andanzas”, me ha espetado.
¡Pero cómo podría ni siquiera pensar en callarse este bombazo!
Si lo quiera o no, ¡Soy yo el protagonista! Lamama cree que no, que la
protagonista es ella… sus neuras, sus contradicciones, sus humores… (blablabla)
Yo insisto en que ella más bien tendrá un personaje antagónico.
Como no nos poníamos
de acuerdo, pero al fin y al cabo, esta bitácora sucede de una u otra forma gracias
a mí, hemos acordado que yo me encargarse de esta primera entrada. No quiero mentiros, ando un poco intranquilo desde que he
conocido que mis vivencias se harán públicas. Llevo pocos días por estos mundos
pero no se necesita un máster para conocer que a la gente le encanta darle al
pico. Sin embargo, me servirá para conseguir mi primer objetivo vital:
relativizar. A Lamama le va encantar esto cuando lo lea, porque creo que también
es una de sus metas.
Sobre el título del blog… pues sí, efectivamente no me he
andado con chiquitas porque si hay que
relativizar… ¡pues hagámoslo con gracia! Al principio me ha costado contarle a
Lamama cómo creía que debería llamarse esta bitácora, he empezado haciendo un
circunloquio… que si ¿Te acuerdas cómo te pusiste cuándo la abuela me espetó mi
primer trozo de pan duro? Que si cómo reaccionaste cuando te subió la leche…
Parecía que estaba asintiendo así que no me lo he pensado dos veces y he sido directo: “Mira, que como andas un poco
del ala, pues que seamos claros”, le he dicho. Así que cuando he sacado a
relucir la palabra frenopático, no le ha quedado otra que sorber, suspirar y
esbozar una sonrisa. Entonces nos hemos mirado con esos ojos profundos que sólo
nosotros sabemos ponernos y hemos dejado escapar la lagrimita.
Comenzamos.
mu rebien marikilla, me los voy a leer todos. q ganitas de veros!!!! llego el 22 de abril a los madriles. cita, no?
ResponderEliminar