viernes, 27 de marzo de 2015

El rincón de pensar

Pensé que terminaría mi primera semana de escuelina sin grandes incidentes, y que Lamama recibiría un listado de "peás" (progresa adecuadamente) como la copa de un pino; pero esa niña me la ha tenido que liar. 

A quien se le ocurre venir a la escuelina -nido de gérmenes y bacterias propias de mocosos bandarrillas- con semejante pelazo. Porque sí, eso es lo que tiene esa niña en la cabeza. Pe-la-zo, y si no te gusta que te lo toquen, chica, pues no te vengas a la escuelina como si fueses a recoger el Goya a la Mejor Actriz Revelación.

Total que todo iba bien hasta hace un rato; yo, si acaso, miraba ese fenómeno de la naturaleza de soslayo pero seguía a lo mío. Pero quiso el destino caprichoso que para hacer no sé qué actividad de la que no me he empanado, me pusieran a la Panten Pruve al lado. Ha sido demasiado, y he comprobado cuál fuertes son los instintos a mi edad. 

Tengo la fuerza de voluntad de un mosquito


Lo que ha acontecido, pues ya se imaginan. Que si la nena llora, que si las profas se lamentan, que si mi mano tiene un manojo de pelambrera (pues no era tan fuerte ese pelazo, niña...), que si se suspende la actividad esa rara en la que por lo visto hablaban de emociones. Que si eso no se hace, que si tal. 

Total, que aquí Elprenda al Rincón de pensar. 

Y vaya si he pensado... Después de la correspondiente pataleta, vaya, que tampoco me voy a dejar ningunear a las primeras de cambio. 

He meditado que qué es eso de hacer cavilar a nadie en su primera primavera. A quien aún sigue tirando los objetos una y otra vez porque, aparte de saborear el enloquecimiento de Lamama, su memoria no da para mucho más y olvida sin ningún esfuerzo que ya lo había tirado antes. ¿Estoy genéticamente preparado para recapacitar a mi edad?

En esas andaba cuando empecé a escuchar a lo lejos no se qué patrañas del causa-efecto...

Sin embargo, he de reconocer que el Rincón de caca este donde me han colocado también me ha traído algunas alegrías. He recordado esta bitácora y me he relamido pensando que mis lectores se pondrían de mi lado ante tamaña injusticia. Y también he pensado que me merezco una sección. 

Ahora toca contárselo a Lamama, a ver si está de acuerdo en darme un espacio propio. Seguro que ahora, tras leer este post está blandita y no sólo me da una sección, sino el abrazodeoso más gigante del mundo. Seguramente que no era a esto a lo que se referían las profas castigadoras con lo de causa y efecto, pero este es el resultado al que yo sí quiero referirme. 

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